La loca de la casa

Wednesday, March 21, 2007

fenómeno fans II


Así comenzó todo...
y a partir de ahí no puedo explicar muy bien qué me pasó (qué nos pasó) pero me tiré de cabeza a la aventura de ser un fan fatal de una boy band. Ni qué decir tiene que para mí Take That es la mejor que ha existido. El grupo de chicos más versátil, más completo y con mayor calidad musical y de composición. Y no esto no lo digo como fan.
Como empiezan todas estas cosas, el grupo se formó por la iniciativa de un manager ávido de hacer negocio en el mundo de la música, Nigel Martin Smith; y en una ciudad que se había convertido en el centro musical de las islas (y mucho más) a finales de los ochenta, Manchester. Hasta su oficina llegaron un par de chicos de se conocían de bailar break en las calles de Manchester (Jason Orange, que era bailarín en un programa de televisión, y Howard Donald, que además había trabajado como DJ) y otros dos que habían intentado montar algo por su cuenta (Gary Barlow y Mark Owen). Tras un anuncio buscando un quinto (Nigel no era ajeno al éxito del quinteto americano NKOTB), llegó desde Stoke-on-Trent, Robbie Williams.

Comienzan a dar conciertos dentro de una gira de actuaciones en un programa de educación sexual para institutos (equivalente a lo que en mi pueblo llaman Sin Miedo) y poco a poco fueron ganando cierta popularidad. Su primer single de relevancia en listas fue It only takes a minute, aunque la verdadera revolución llegaría con Could it be magic, lo que hizo que su primer disco (con el desafortunado título de Take That and Party, 1992) comenzara a sonar en Europa. El disco estaba compuesto por algunas versiones, un par de efectivas baladas, y mucha canción de baile hortera y con letras y vídeos picantones. Gary, autor de la mayoría de los temas, se repartía la voz principal con Robbie, y el resto se limitaban a posar lo mejor que sabían, hacer coros y bailar.

Y llegó Everything Changes (1993), y todo se me fue de las manos. Cuatro número unos de singles, tomar café con la Princesa Diana, ser proclamados (por las cifras, que conste) como el grupo inglés más importante después de los Beatles. Giras y más giras, éxito y más éxito. En lo musical, yo opino que es el mejor disco de pop hecho por una boyband… en lo personal podría decir que ha sido uno de los discos de mi vida, no tanto por su calidad sino por lo que me ayudó; me consolaba en los momentos más difíciles, era la banda sonora de escenas que desearía no haber vivido, conseguía que me distrajera de todos los problemas y me concentrara en cosas tan estúpidas como sus cortes de pelo, su forma de moverse o su voz. Cada uno de ellos era especial para mí por alguna estúpida razón, y todos en conjunto fueron mi primera valeriana muchas noches.

Nobody else (1995) fue su aventura con un sonido más americano, un disco, como el resto, lleno de temazos y lleno de canciones que podrían haberse no grabado nunca. Pero contenía su mayor éxito, Back for good. Para esa época la cosa ya se les había ido de las manos a ellos y los consejos de Nigel y su forma de hacer las cosas ya no funcionaban… al menos no funcionaba para Robbie. Gary ya despuntaba y la prensa hablaba de él como el nuevo Elton John, como el que tendría más futuro al madurar y todo eso. Pero el que se cansó de ir siempre de secundario y quiso explorar otra forma de vida fue el benjamín. En julio de 1995 Rob (como a mi me gusta llamarle) dejaba el grupo. Grabaron un vídeo homenaje para el vídeo de Never foget, una canción premonitoria…

y para mí, ahí terminó todo.

Ahora toca desempolvar mis viejas cintas de vhs y mandarle un beso a cole taiky!!

Tuesday, March 13, 2007

fenómeno fans I


Entre tanto hablar y escuchar música, entre tantos impulsos musicales como estoy recibiendo, y tremendamente influenciada por la falta de pudor de Nick Hornby al hablar de lo que podría considerarse sus 'debilidades musicales', comienzo esta serie que conseguirá sacarme los colores, incluso de algunos dejeis de hablarme/leerme... pero en fin, todo esto también ha formado parte de mi vida y, aunque he intentado olvidarlo durante años, la madurez nos da cierta perspectiva para entender que, a cierta edad, todos todos todos (todas todas todas) hemos caído en este tipo de tentaciones.

A mediados de los ochenta, el productor musical Maurice Starr decide montar un grupo de chicos blancos que hagan lo mismo que los grupos melódicos de chicos, mayoritariamente de color, durante los años 60 y siguientes, véase cantar empalagosas canciones de amor que encandilen a la población femenina. Dos décadas después, para que eso funcionara, no podían hacer sólo baladas y contar solo con una barroca producción de pop americano. Tenían que ponerle un poco de ritmo, un poco de descaro (incluso pretendida y manufacturada irreverencia), debían tener diferentes personalidades y estilos, porque ahora las chicas ya no eran todas iguales, y, por supuesto, debían bailar (el break no era obviable bajo ningún concepto). Con todos esos ingredientes, Starr creó la primera boyband tal y como las conocemos. Sentó las bases que muchos, muchos, con más o menos éxito, intentaron copiar posteriormente.
El germen fue Donnie Wahlberg, un joven amante de la música de su tiempo y su lugar (el rap) que con tan sólo 15 años empezó a reclutar entre sus amigos a posibles candidatos para el grupo, empezando por su hermano Mark (sí, el que estaba este año nominado al Óscar por Infiltrados), y aunque lo dejó antes de grabar incluso el primer disco, siempre estuvo vinculado a la banda. La formación finalmente se completó con los hermanos Knight, Jordan y Jonathan, curtidos en coros de iglesia durante su infancia, Danny Wood, el del breakdance (por supuesto), y Joe McIntyre, el rubito de ojos claros. Ellos eran New Kids on the Block, a partir de ahora para abreviar NKOTB, directamente desde Boston al corazón de miles de preadolescentes de todo el mundo.
Sus dos primeros discos (un homónimo de 1986, y Hangin' Tough de 1988) pasaron bastante desapercibidos y no fue hasta la edición de Step by Step, en 1990, cuando les llegó el mayor éxito mundial. Grandes giras, multiventas, todo tipo de merchandising... hasta una serie de dibujos animados tuvieron. Sin duda, rentable.
En plena cumbre deciden separarse, agotamiento, desgaste, demasiada presión... Para volver un par de años más tarde, ya sin Maurice Starr y con su disco adulto, el último de su carrera como grupo, Face the music (1994).
A mí todo esto me pilló con once años, sin haber descubierto todavía que mi cuerpo podía producir hormonas ante la influencia masculina, y con un incipiente interés por la música que iba in crescendo. Y claro, inevitablemente, caí en la red, igual que todas mis amigas por aquel momento. Y no concebíamos una quedada sin pegarnos cual babosas (y eso llegó a ser literal) a la pantalla del televisor viendo sus vídeos. Ahora, muchos años más tarde, no les encuentro atractivos, ni siquiera hacen un estilo de música que escuche, o haya seguido escuchando, habitualmente, pero no deja de resultarme curioso volver a oirles y verles, y recordar cómo éramos en esa época. Supongo que debería avergonzarme... pero ya no.

El momento

Tuesday, March 06, 2007

it's only rock and roll...


En los últimos siete días en trasnochado por muchos motivos. Por una cuasi-improvisada cena de cumpleaños (por si no lo había dicho, gracias), por buenas y malas noticias (que siempre vienen juntas), por trabajo, por ver una de esas películas tan bien contadas en su sencillez que no necesitan de mucho más, por debatir sobre música y vídeos... Por unas cosa más agradables que otras. En definitiva, todas ellas cosas que me hubiese gustado recomendar, y no he tenido demasiado tiempo. Pero no quería dejar pasar esto, uno de los momentos más especiales de la pasada semana.
La tercera edición del festival Spoken Words, en Sevilla, me dejó uno de esos momentos que tardaré en olvidar. Noche completa. Geniales Mark Ritsema y John Sinclair, con su homenaje al beebop. Aunque debo admitir que, para mí, lo mejor estaría por llegar. La presencia del escritor británico Nick Hornby había sido motivo suficiente para hacerme ir al Lope de Vega y no me defraudó. Y no deja de fascinarme como puede haber gente en la vida con la que aparentemente no compartes mucho, diferentes generaciones, diferentes modo de vida, diferentes entornos, y de las que descubres que tienes tanto en común, mucho más de lo que imaginas.
Eso me ha pasado recientemente en mi vida, y también con Hornby y nuestro forma de entender la música con la que me siento total y absolutamente identificada.

Y después de sus lecturas, bajó al patio de butacas a difrutar con todos nosotros de la espléndida actuación de Marah, porque así es como se disfruta la música. Sintiéndola como espectador, sin dejar de bailar y sonreir, sintiéndola sobre el escenario, sudando y entregándote. Decía Hornby que hacía tiempo que no veía en directo a un grupo tan honesto como este y puede que tenga razón.

Now Marah... make some noise!!