La loca de la casa

Wednesday, October 11, 2006

mi otoño escocés (III)


No sé que me pasa últimamente pero, cada vez que veo un tren, siento unos deseos irrefrenables de subirme a él, sin mirar el destino, si equipaje, sólo por el placer de recostarme en el asiento y dejar que pasen los árboles, los postes de electricidad, las casas perdidas en medio de la nada. A veces he tenido antes esa sensación pero cada vez es diferente porque cada vez quiero huir de una cosa diferente. Huir. Sí. Porque he llegado a la conclusión de que es eso lo que busco saciar, de manera inconsciente, con mi ansia de trenes.
Ellos también miran a los trenes, pero de otra manera. También quieren huir pero de otra manera. También quieren que pasen los árboles y las casas pero de otra manera. También alternan en la montaña rusa de la vida momentos buenos con momentos malos, pero de otra manera.
Yo no me parezco en nada a una pandilla de yonkis de Leith pero, por extraño que pueda parecer, he llegado a sentirme más identificada con muchos de estos personajes que con gente que me rodea. Porque, en el fondo, todos buscamos lo mismo en algún momento. Huir. Huir cuando sentimos que no queremos elegir una vida. Que la vida dentro de los parámetros establecidos no va con nosotros, que sentimos que hay que romper con algo y no quedarnos delante de la tele, tirados en el sofá atiborrándonos de comida basura.
Aunque a muchos les sorprenda, la literatura de Irvine Welsh, ilustre escocés, me ha abierto los ojos a muchas cosas y me alegro de haber sido capaz de ver el lado divertido y gamberro de sus historias, pero también todo lo que hay detrás. He aprendido, a pesar de todo y aunque parezca increíble, a amar escocia entre sus páginas.
Ahora es cuando viene la parte en que cuento lo fan que soy de Trainspotting, así, en negrita, libro, película, banda sonora, making off, (o maquinón, que dirían mis experpénticos amigos) y todo lo que le rodee. Me gusta porque, en cada una de sus facetas, la encuentro fascinante, porque me engancha su ritmo, su historia y su metahistoria, su retrato de esa otra escocia, su crítica, su ácido, su ironía, su melancolía, su ternura, su crudeza, su estética, su brutalidad, sus valores (que también los hay).
El libro, magistral. La peli, mi favorita sin duda, con unas interpretaciones más que convincentes y un reparto excepcional, y un texto muy bien adaptado (salvo en algunos puntos, claro).
Y poco más puedo decir... nada más me queda esperar que pase otro tren.

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