¿Para qué sirven los Reyes Magos?

La noche del 5 de enero es mágica, estoy convencida. No se sólo por el aluvión de compras que todos hacemos, por lo bien o lo mal que nos hace sentir eso, por todo lo que conlleva . Cuanto más trabaja mi mente y más vulnerable me siento, más consciente soy de toda esa magia.
El pasado día 5, la madrugada del 6 para ser exactos, conducía de vuelta a casa a eso de las 2 y el tráfico era diferente al de resto de los días. En cada portal, había gente entrando y saliendo, sigilosamente, con grandes bolsas llenas de paquetes de colores; todos los coches con los que me cruzaba iban llenos hasta arriba de más cajas y bolsas; todo ese trasiego se traslaba dentro de las casas donde cada uno aguardaba el momento para sacar los regalos, para esperar la llegada de la magia. Esos son los Reyes Magos, así que no me digan más que no existen porque no es verdad. Existen, y su magia existe y hace que, en la medida de lo posible, cada uno quiera tener un día especial. Puede que sea un poco infantil, que penséis que hay muchos millones de personas en el mundo que no viven esa realidad porque bastante tienen con sobrevivir a duras penas, pero estoy convencida de que cada una de esas personas cree en algo que le ilusiona, que la hace, en algún momento del día, en algún día del año, esbozar una sonrisa, pensar y tener un detalle con algún ser querido, querer cambiar su vida y pedirselo a alguna fuerza desconocida y superior.
Respecto a lo que me han dejado a mí... cosas buenas y malas, como en la vida. Muchos regalos materiales y con gran carga emocional y otros que no se compran ni se venden y que llegan sin aviso y sin pedirlo en la carta. Y con todo ello tendré que construir las claves de un año más.
Hasta el próximo 5 de enero, me quedo con todo esto.