lo extraordinario de la vida
Muchas veces pensamos que nos pasan cosas extraordinarias cualquier día. Magníficamos cosas que consideramos importantes como una llamada de teléfono, un buen día en el trabajo, un plato que te sale riquísimo, una canción... y todo eso y muchas otras tonterías hacen que pensemos que nuestro día sea diferente, especial. Y también pensamos que cuantas más cosas nos ocurran en un día más extraordinario será y no dejamos de planear cosas, de pensar en cosas y hacerlas, solos o con más gente, en tu casa o en la calle, en tu ciudad o en otra.
Quedar con una amiga en la capital para tomar un café y dedicarnos una extensa charla iba a hacer que mi día de ayer fuera extraordinario (lo ordinario sería no tener tiempo ni para plantearme quedar con nadie).
Nos vimos, nos abrazamos, caminamos, entramos en una cafetería, decidimos compartir un pastel, nos pusimos al día de nuestras vidas, hablamos de nuestras respectivas relaciones, amigos, trabajo, planes. Hablamos del referendum, de política, de enchufes (no sé porque relaciono estos dos conceptos), de viajes... de todo un poco.
Y a escasos metros de esta escena, justo al otro lado de la puerta de la cafetería, una persona estaba muriendo.
Supusimos que fue un infarto, no vimos ni siquiera quién era, apenas podíamos ver la ambulancia del 061 y los efectivos reanimándole durante minutos, demasiados minutos; y un montón de gente agolpada alrededor. Dijo mi amiga "pero ¿no saben que pueden estar viendo a una persona morir"? No contesté pero creo que sí lo sabían y en realidad eso era lo que buscaban. Ya no tienen suficiente con verlo en televisión o en el cine, si puedes verlo en carne y hueso mejor. Al cabo de una hora acordonaron la zona y llegó la policía y el juez para levantar el cadáver. Y para cuando salimos de la cafetería ya todo había pasado y al mismo tiempo era como si nada nunca hubiera pasado.
Antes de cruzar la calle esa persona, no sé si era mayor o joven, hombre o mujer, estaría probablemente pensando también en su pareja, en su familia o en sus amigos. Estaría pensando en lo que había comido ese día o lo que iba a cenar, si había tenido un buen día en el trabajo, si había recibido una esperada llamada de teléfono ese día. Y seguro que esa persona, justo antes de cruzar esa calle y pasar por la puerta de la cafetería de la que no pasó también pensaría que todas esas cosas son extraordinarias. Sin embargo, ese día ganó otra lección más importante, esa persona y yo. Lo verdaderamente extraordinario de la vida es estar vivos y no importa por cuánto nos podamos sentir mal o cuan feliz nos haga ver el sol. Eso no es lo importante. Lo importante es verlo.
Y antes de que ocurriera todo esto, esta había sido mi canción de ayer.
Quedar con una amiga en la capital para tomar un café y dedicarnos una extensa charla iba a hacer que mi día de ayer fuera extraordinario (lo ordinario sería no tener tiempo ni para plantearme quedar con nadie).
Nos vimos, nos abrazamos, caminamos, entramos en una cafetería, decidimos compartir un pastel, nos pusimos al día de nuestras vidas, hablamos de nuestras respectivas relaciones, amigos, trabajo, planes. Hablamos del referendum, de política, de enchufes (no sé porque relaciono estos dos conceptos), de viajes... de todo un poco.
Y a escasos metros de esta escena, justo al otro lado de la puerta de la cafetería, una persona estaba muriendo.
Supusimos que fue un infarto, no vimos ni siquiera quién era, apenas podíamos ver la ambulancia del 061 y los efectivos reanimándole durante minutos, demasiados minutos; y un montón de gente agolpada alrededor. Dijo mi amiga "pero ¿no saben que pueden estar viendo a una persona morir"? No contesté pero creo que sí lo sabían y en realidad eso era lo que buscaban. Ya no tienen suficiente con verlo en televisión o en el cine, si puedes verlo en carne y hueso mejor. Al cabo de una hora acordonaron la zona y llegó la policía y el juez para levantar el cadáver. Y para cuando salimos de la cafetería ya todo había pasado y al mismo tiempo era como si nada nunca hubiera pasado.
Antes de cruzar la calle esa persona, no sé si era mayor o joven, hombre o mujer, estaría probablemente pensando también en su pareja, en su familia o en sus amigos. Estaría pensando en lo que había comido ese día o lo que iba a cenar, si había tenido un buen día en el trabajo, si había recibido una esperada llamada de teléfono ese día. Y seguro que esa persona, justo antes de cruzar esa calle y pasar por la puerta de la cafetería de la que no pasó también pensaría que todas esas cosas son extraordinarias. Sin embargo, ese día ganó otra lección más importante, esa persona y yo. Lo verdaderamente extraordinario de la vida es estar vivos y no importa por cuánto nos podamos sentir mal o cuan feliz nos haga ver el sol. Eso no es lo importante. Lo importante es verlo.
Y antes de que ocurriera todo esto, esta había sido mi canción de ayer.
4 Comments:
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By moon, at 12:55 AM
Si a mi me pasara algo así, mi canción pasaría a ser esta:
http://www.youtube.com/watch?v=doc1eqstMQQ
By moon, at 12:56 AM
Pues resulta que lo que acabas de contar me lo contó ayer noche Marisol, o sea, que tal vez estuvísteis cerca, y sus comentarios fueron los mismos que acabo de leerte...
Por otro lado, chica, no sé por qué relacionas política y enchufes... seguro que no hablabas de dojer.
By Manolo Lay, at 6:30 AM
Lo extraordinario de la vida es, sin duda, estar viva.
By Cecilia, at 10:42 AM
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